El arte dual se manifiesta a través de la tensión que se genera entre elementos contrapuestos: azar-regla, caos-orden, sombra-luz, volumen-vacío,… empleando como medio expresivo diferentes técnicas plásticas.
La pintura, en este sentido, interactúa a diversos niveles sobre la dualidad de la materia en masa y onda, y de la realidad en la contraposición disolución (principio de indeterminación de Heisenberg ) y ordenación (cristal).
Una parte de las formas representadas se generan al azar por la intersección de curvas que atraviesan la superficie como perteneciendo a una malla ilimitada, mientras que otras se someten a una regla ordenada.
Ondas que forman objetos, desorden con figuras geométricas de alta ordenación.
Se prescinde de lo accesorio para centrarse en la fundamental.
Los niveles de significado se dejan al libre albedrío del espectador.


Cualquier tipo de forma se encuentra presente en la naturaleza, entendida en sus diversos tamaños.
Las formas naturales podrán ser imitativas, lo que de común se denomina realistas, o basarse en el propio sentido generativo de ella, como en Paul Klee.
En la pintura dual la naturaleza se encuentra siempre presente a través de su fuerza generativa, pudiendo en algunos casos también presentarse formas imitativas fuera de su contexto habitual.
La obra de arte, en tanto que pueda ser considerada como tal, debe representar algo nuevo y desconocido hasta ese momento.
El descubrimiento no tiene por qué llevar implícita una búsqueda, lo inalienable es la sorpresa por el encuentro con algo hasta ese instante inexistente.


Las vanguardias fueron hasta el expresionismo abstracto representantes del progreso en las artes plásticas.
A partir de ese momento sólo se puede considerar el arte como terapéutico o experimental.
En la obra experimental la mirada se dirige a lo desconocido que se intuye espléndido y que se encuentra sin buscar.
En este sentido, el dualismo puede considerarse como experimental.